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3 formas de practicar Asteya (no robar) sobre tu tapete

Los yamas, o restricciones éticas, comprenden la primera de las ocho ramas del yoga y apoyan relaciones armoniosas con nosotrxs mismxs y con lxs demás. Asteya es uno de los yamas y es traducido como “no robar”.

La mayoría de nosotrxs no somos ladronxs en el sentido típico, pero si lo miras más de cerca, es posible que encuentres formas pequeñas pero significativas de robarte a ti mismx en tu práctica de yoga.

Si consideramos que el deseo de robar surge de sentir que no tenemos suficiente o nos falta algo, la definición de asteya podría incluir elementos de respeto y abundancia. Cultiva conexiones más profundas con estas cualidades explorando tu práctica a través de la lente de asteya.

1. EXAMINA TU RELACIÓN CON EL TIEMPO.

Piensa en la última vez que asististe a clase. Mientras conducías o viajabas hasta ahí, ¿estuviste relajadx o sin prisas? ¿Dejaste tiempo para prepararte tranquilamente para la clase?

Para muchxs de nosotrxs, ir a clase se parece más a salir 10 minutos más tarde de lo que queríamos, a través del tráfico, tal vez una palabra elegida cuando las cosas no van bien, sólo para llegar tarde.

Si esto te describe con regularidad (si las prisas y las tardanzas se han convertido en un hábito), es posible que estés tachando muchas cosas de tu lista y no esté experimentando profundamente ninguna de ellas.

El sentimiento subyacente puede ser de carencia y escasez. Si estoy operando bajo la premisa de que no hay suficiente tiempo, es más probable que estudie un día o practique lo más completo posible. Sin embargo, la atención plena es lo que hace que algo sea rico, no necesariamente la actividad en sí.

Se podría decir que somos adictxs al hacer. Más es mejor. La lección de asteya es que ya hay suficiente.

HORA DE ASTEYA:

  • Llegua a clase con tiempo suficiente para prepararte e instalarte sin prisas.
  • Considera rechazar esa invitación de “un vinyasa más”. ¿Cómo es reducir el ritmo y hacer menos?
  • Incluso si la tuya es una clase de ritmo rápido, ¿puedes moverte rápidamente sin sentirte apuradx o tratandx de pasar a la siguiente postura?

2. APRECIAR EN LUGAR DE OCULTAR.

La filosofía japonesa del wabi-sabi enseña que la belleza reside en la imperfección y la impermanencia. Lamentablemente, muchxs de nosotrxs asumimos una enorme presión para cumplir con estándares de apariencia y estatus que son antinaturales e inalcanzables, en lugar de apreciar lo que nos hace únicxs. Esto está en conflicto directo con asteya.

Cuando intentamos ocultar o camuflar partes de nosotrxs mismxs o transformarnos en lo que creemos que alguien quiere, negamos la realidad y la belleza de quiénes somos. Terminamos con versiones compartimentadas de nosotrxs y nuestro valor depende de cómo nos vemos o cuánto pesamos.

Este tipo de enmascaramiento nos priva de nuestra propia vulnerabilidad y humanidad, y priva a lxs demás de saber quiénes somos realmente.

Asteya nos recuerda que debemos reclamar e incluso apreciar las formas en que somos diferentes y encontrarnos unxs a otrxs con apertura y respeto. Éste es el terreno para las relaciones conectadas con nosotrxs mismxs y con lxs demás.

SOBRE LA ALFOMBRA, PRESTA ATENCIÓN A:

  • Comparación con otrxs estudiantes: imagina a todxs en el salón como una fruta diferente. No te sorprenderías por qué un plátano no se parece más a una uva. Debido a que cada cuerpo está compuesto de manera diferente y tiene una historia única, nos vemos diferentes en las posturas. Cuando nos quedamos atrapadxs en la apariencia de otra persona, nos perdemos lo que nos está sucediendo a nosotrxs.
  • Tratar de hacer la postura “correcta”: usa consejos sobre alineación para encontrar el lugar donde tu cuerpo se sienta animado y libre, en lugar de intentar encajar en un molde universal. Nuestros cuerpos están construidos de manera única, hasta llegar a los huesos. No existe una única forma correcta de hacer una postura que funcione para todxs. Hay un dicho en yoga: “Haz que la postura se ajuste a tu cuerpo, no que tu cuerpo se ajuste a la postura”. ¿Cómo es que hacer la postura “correcta” enmascara tu propia vulnerabilidad?

3. ESTAR DONDE ESTÉS.

El Buda dijo: “Esté donde esté”… de lo contrario te perderás la mayor parte de tu vida”.

Cuando no estás donde estás, te robas la experiencia de estar vivx en ese momento. Si haces eso la mayor parte del tiempo, perderás tu vida.

Es completamente natural que la mente divague, que recuerdos, planes y conversaciones pasen por tu cabeza. Eso es lo que hace el cerebro.

Pero la mente no vigilada es como un tren fuera de control: es muy difícil reducir la velocidad y ver con claridad.

Por eso el yoga (incluida la meditación) es tan profundo e importante. Es entrenarse para ser consciente de las sensaciones, pensamientos y emociones presentes en una situación determinada. En lugar de seguir la historia de esos pensamientos o sentimientos, considéralos siempre cambiantes y observa sus fluctuaciones como nubes en el cielo.

Asteya te recuerda que nunca recuperas un día atrás, pero siempre tienes el momento a mano.

SOBRE LA ALFOMBRA, EN EL MOMENTO:

  • Para minimizar la estimulación y la distracción durante la clase, manten los ojos cerrados cuando sea posible o mira los objetos neutrales de la habitación (una pared, tu tapete o el piso) en lugar de a otras personas.
  • En cada postura y transición, regresa tu atención a las sensaciones de tu cuerpo y a la experiencia de la respiración, una y otra vez. Al igual que entrenar a un cachorro, sea amable, gentil y coherente.
  • Cuando la mente se distraiga, disfruta la sensación de regresar. Experimenta la sensación de regresar a su cuerpo y la alegría de conocer el momento tal como es.

La práctica de asteya nos pide que miremos dónde atesoramos o tenemos codicia y nos recuerda la riqueza inmaterial de nuestras vidas. Nos involucra con la realidad perfectamente imperfecta del momento. Practicar asteya en el tapete te ayudará a explorar las pequeñas formas en que te niegas el cuidado y el respeto a ti mismo. El resultado es una relación más profunda y honesta con la vida que nadie te podrá quitar.

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