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La historia de Kaundinya, el sabio que inspiró la postura de Koundinyasana

Koundinyasana, en todas sus versiones, es una de mis posturas favoritas de Yoga. Un equilibrio en brazos, que requiere de mucho esfuerzo físico, pero también mental. Por un lado, necesitas tener suficiente fuerza en el abdomen y flexibilidad en piernas, cadera y torso, y por el otro, necesitas tener mucha concentración para poder mantener el equilibrio y una buena alineación. Ya sea Eka Pada o Dwi Pada Koundinyasana, esta Asana es una postura increíblemente vistosa, pero lo más importante de ella, es que es una Asana que te llena de energía cuando la realizas. Eso sí, requiere de muchísima paciencia y constancia para poder realizarla.

El nombre de esta postura podría traducirse como Postura de Koundinya, o como Postura dedicada al sabio Koundinya, aunque, según la mayoría de las fuentes el nombre real del sabio sería Kaundinya. Pero… ¿Quién fue Kaundinya? ¿Por qué se le dedica esta postura? Acompáñanos a conocer todo sobre Kaundinya y la historia por la que se le dedica esta postura.

कौण्डिन्य (sánscrito), Kaundinya, Kauṇḍinya o Koṇḍañña (pali) fue un monje budista que vivió durante el siglo VI a. C. Según The Princeton Dictionary of Buddhism (El Diccionario de Budismo de Princeton) el Kaundinya es también conocido como Ājñātakauṇḍinya, lo que puede traducirse como “Kaundinya el que sabe”.

Es importante mencionar que Kaundinya fue un discípulo directo de Siddhārtha Gautama, mejor conocido como Buddha o Buda; y se le conoce como “el que sabe” porque fue, según cuenta la tradición, la primera persona en convertirse en un arhat. ¿Arhat? Sí, es el término que se usa para nombras a las personas que han logrado ganar el entendimiento profundo sobre la verdadera naturaleza de la existencia (o Nirvana) y que no volverá a nacer de nuevo.

Pero, más allá de haberse convertido en un Arhat, existe un relato sobre el sabio Kaundinya cuya moraleja es la que hizo que bautizaran una postura de yoga con su nombre. Cuenta la leyenda que, un día el sabio decidió ofrecerle una hierba común al dios Ganesha. Al ver que Kaundinya ofrecía una hierba barata al dios Removedor de Obstáculos, criticó seriamente a su cónyuge. Ante la crítica, el Arhat le pidió a Ashraya que fuera con Kúbera[1], dios de la riqueza, y le solicitara que le diera el peso de la hierba en oro. Incrédula, la mujer siguió las instrucciones del marido y se encaminó al templo.

Kúbera, al ver la hierba, le dijo a Ashraya que la cantidad de oro que recibiría sería ínfima, y que él, por ser dios de la riqueza, podría darle tanto oro como deseara. Pero la mujer, buscando entender la lección de su marido, pidió únicamente el peso de esa pequeña hierba común. Fue así que, Kúbera colocó la hierba en un plato de la balanza y un diminuto pedazo de oro en el otro. Sorprendentemente, la hierba pesaba más que el oro; así que, el dios de la riqueza agregó otro pedazo pequeño de oro, pero la balanza seguía inclinada hacia la hierba. Así que continúa colocando más y más y más piezas de oro, pero la balanza seguía sin moverse. Terminó colocando todo el oro que tenía en la balanza, pero la báscula seguía inclinada hacia la insignificante hierba.

El dios terminó concluyendo que, todo el oro del mundo no sería suficiente para compensar el peso de esa hierba. Fue así que empezó a llamar a otras deidades para que se subieran en la balanza, pero ésta seguía sin moverse. Entonces todos los dioses decidieron acudir, junto con Ashraya, ante el sabio Kaundinya, para decirle: Hoy nos has enseñado una gran lección, nos enseñaste la importancia de lo que es ofrecido con humildad y devoción.

Como verás, la historia de Kaundinya y Ashraya nos enseña que, cuando haces una ofrenda con el corazón y diriges toda tu energía a algo en concreto, estás ofreciendo todo lo que está en ti. Por lo que, más allá del valor que tenga algún objeto, cuando lo entregas con devoción y cariño, este adquiere un nuevo valor. Y, cuando haces esta ofrenda sin pedir nada a cambio, en un acto de gratitud, humilde y sincero, la ofrenda adquiere una mayor fuerza y valor que no puede ser igualado por ningún material.

Cuando realizamos Eka Pada Koundinyasana, o Dwi Pada Koundinyasana, estamos emulando esta historia en dos niveles. En la forma de la postura, estamos emulando la forma y el equilibrio de la báscula que usó Kúbera para pesar la hierba. Y, por el otro lado, es una postura que nos enseña a ofrecer nuestra práctica con devoción para buscar la fuerza necesaria para mantener el peso sobre las manos. Ahora, al hablar de ofrecer nuestra práctica no nos referimos a ningún dios o santo, sino a algún objeto o persona a quien quieras compartirle tu energía (incluso puedes ofrecértela a ti). Y, al ofrecerla no solo podrás encontrar más fuerza en tus posturas, sino que podrás aprender más sobre el proceso para conquistar cada postura, un proceso que puede ser largo o corto, y que requiere de mucha disciplina y, sobre todo, pasión.


[1] Otras versiones narran que Ashraya acudió con Indra, quien envió la hierba a Kúbera a través de un mensajero.

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