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Conoce la leyenda detrás de Virabhadrasana, la Postura del Guerrero

Si alguna vez has practicado Yoga, seguramente conoces o has escuchado hablar de la Postura del Guerrero. Son posturas muy comunes en cualquier clase de yoga, especialmente el Guerrero 1 y el 2. Son Asanas relativamente sencillas y te ayudarán a generar flexibilidad y fortalecer gran parte del cuerpo. Pero… ¿Te has preguntado por qué estas posturas son llamadas Guerreros? ¿Alguna vez has visto a algún Guerrero en una postura como esta?

En sánscrito, esta postura, o Asana, es llamada Virabhadrasana, y mucha gente la traduce como Postura del Guerrero, porque la traducción de Vira es Guerrero; aunque claro, están obviando el sufijo Bhadra que podría traducirse como bueno, justo, bendecido o feliz. Por lo tanto, deberíamos llamar a esta postura la Postura del Guerrero Feliz o Justo; sin embargo, esta traducción se quedaría un poco corta. Y es que, debes de saber que Virabhadra realmente es un importante personaje dentro de la mitología hindú. La historia de Virabhadra es narrada por el poeta Kalidasa, en el Kumārasambhava; poema épico, cuyo nombre podría traducirse como El Nacimiento de Kumāra.

Sanat Kumara

La leyenda inicia cuando Shiva, el dios destructor, y Sati (Shakti), la fuerza divina, se enamoran y deciden unirse en matrimonio, a pesar de que el rey Daksha, padre de Sati, se oponía al casamiento. Un día, el rey decide realizar una enorme fiesta a la que invitó a todo el reino, excepto a su hija y yerno. A pesar de no estar invitada, Sati le suplicó a Shiva que la acompañara al evento que organizó su padre, pero el esposo se negó, y la mujer decidió acudir sola a la fiesta.

Shiva

Desde el momento en que Sati llegó al palacio, su padre empezó a burlarse de Shiva y a humillar a su propia hija. Cansada de escuchar las burlas de su padre, la joven dijo enojada: “Como tú me diste este cuerpo, ya no quiero estar asociada con él”. Inmediatamente después, la mujer se sentó en medio del salón y empezó a meditar. Sati entró en un trance y, gracias a su yogāgni (fuego interior), se prendió en llamas desprendiéndose de su cuerpo físico.

La noticia llegó inmediatamente a Shiva. Lleno de ira y de dolor, se quitó un mechón de cabello y lo golpeo contra el suelo. De ese golpe nació Virabhadra, el guerrero valiente. Shiva le pidió al guerrero que acudiera a la fiesta y vengara a su amada Sita. Virabhadra llegó al lugar atravesando la tierra y alzando dos espadas en sus brazos. Inmediatamente después mantuvo la vista fija en el rey Daksha, su oponente y lo amenazó con una de las espadas. Finalmente, se lanzó contra su objetivo cortándole la cabeza y asesinando a todos los presentes.

Virabhadra

Cuando Virabhadra cumplió con su misión, Shiva acudió a la fiesta para regocijarse en su venganza, pero en vez de eso se le quebró el corazón y el enojo que sentía se convirtió en compasión. Por lo que, buscó el cuerpo decapitado de Daksha y, lleno de remordimiento, le devolvió la vida colocándole la cabeza del primer ser vivo que encontró, una cabra. El rey, al descubrir la gentileza y la pureza del corazón de Shiva, se inclinó ante el dios destructor y olvidó los remordimientos que sentía.

Virabhadra

Ahora que conoces la historia de Virabhadra, posiblemente puedas imaginarte la manera en la que, la postura de Virabhadrasana representa al Guerrero de Shiva. Tienes que saber que, cada una de las variaciones de esta postura (Virabhadrasana A, Virabhadrasana B, Virabhadrasana C, Baddha Virabhadrasana y Viparita Virabhadrasana) representa un momento específico de la leyenda de aquel personaje:

Ahora que conoces la historia, debes saber que, según la tradición, Shiva representa al Ser Puro, Sati al corazón y Daksha al ego; es una historia en la que el Ser Puro busca destruir al ego, anteponiendo al corazón. Y, como podrás imaginar, el enemigo de Virabhadra es el ego; por lo que, cuando practiques la postura del Guerrero, en cualquiera de sus variaciones, debes recordar que estás buscando destruir tu ego. Encuentra la fuerza y la voluntad para destruir a ese enemigo que te impide ver más allá de tus limitaciones y mantenerte firme en tu postura.