La mitología y simbolismo de Padmasana (Postura del Loto)
Aunque muchas posturas son bautizadas únicamente por la forma que adopta el cuerpo al momento de realizar la postura, como sería el caso de Janu Sirsasana (o Postura de la Cabeza a la Rodilla), muchas otras son nombradas tras diferentes objetos, animales o personajes mitológicos. Aunque estas últimas obtienen muchas veces su nombre porque emulan, de una u otra forma, la figura del objeto al que aluden (como es el caso de Adho Mukha Svanasana, o Perro Mirando Boca Abajo[1]), el nombre y la forma de estos asanas busca invitarnos a la meditación.
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Y es que, al emular algún objeto, animal o personaje, todos estos asanas nos invitan a reflexionar sobre diferentes historias, leyendas y/o moralejas para que las incorporemos en nuestra práctica. Simbolismos que nos invitan a meditar mientras realizamos la postura, y también nos invitan a llevar las enseñanzas de la postura más allá de nuestros tapetes, incorporándolas en nuestra vida cotidiana.
La práctica de asanas desafía al cuerpo y enfoca la mente, mientras que sus principios filosóficos fomentan el crecimiento espiritual. Los asanas pueden verse como una especie de oración y tienen un efecto significativo y saludable en nuestro cuerpo físico, nuestra psique y nuestra salud emocional. Esto distingue la práctica de asanas de otras formas sistematizadas de movimiento. – Alanna Kaivalya (Myths of the Asanas: The Stories at the Heart of the Yoga Tradition)
Padmasana, o Postura del Loto, es una de las posturas más difíciles para los yoguis y las yoguinis que van iniciando con su práctica, pues requiere de mucha apertura de caderas (y puede comprometer las rodillas si no se realiza de manera correcta). Sin embargo, cuando cruzamos los pies sobre los muslos, esta postura fija los isquiones en el piso, creando una especie de asiento firme, que mantiene nuestra columna recta casi sin esfuerzo. Pero más allá del aspecto físico de Padmasana, debes saber que, esta postura es una de las más importantes en el mundo del yoga por el simbolismo que se encuentra detrás de ella.
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La flor de loto y su significado
La flor de loto es un símbolo poderoso dentro de la filosofía/cosmovisión del yoga y a menudo se relaciona con la fuerza creativa dentro de nosotrxs. Pero… ¿qué significa la flor de loto? Debes saber que, el loto sagrado crece en cualquier canal o pantano, incluso cuando están contaminados; y, a pesar de tener un origen humilde (pues su semilla se planta en el fondo lodoso de los estanques), su flor siempre permanece limpia e inmaculada. Aunque la semilla del loto se afianza muy por debajo de la superficie del agua, la raíz se afianza y su brote empieza a buscar el sol, mismo que representa el conocimiento iluminado o la verdad última.
En el Dattātreya-yoga-śāstra, se menciona que existen ocho mil cuatrocientas āsanas, la mejor de las cuales es la “postura de loto”. – Adrían Muñoz (Radiografía del hathayoga)
Poco a poco, el brote empieza a crecer en dirección al sol, a pesar de que el estanque en el que se encuentre esté contaminado y turbio; al final, el loto sabe que debe elevarse a través del agua para atrapar los ratos más claros. Y, una vez que logro emerger, nace la flor de loto, misma que mantiene sus pétalos siempre limpios y lejos del agua sucia.
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El viaje de la flor sagrada representa el viaje que realizamos durante nuestra práctica. Nos encontramos arraigadxs a la tierra, absorbidxs por facturas pendientes, problemas laborales, compromisos sociales, triunfos, tragedias, enfermedades y demás “porquerías” que ensucian nuestro estanque llamado vida. Como yoguis y yoguinis debemos reconocer toda esa “porquería” que nos impide ver la luz del sol, o la verdad infinita, para poder encontrar nuestra naturaleza divina (y nos impiden ver la unidad fundamental). Es por eso que, mediante la práctica de Yoga (viéndolo como un estilo de vida y como una práctica física) debemos buscar la luz, por muy tenue que sea, que logra filtrarse entre toda la suciedad que nos queja, o avidya.
Y así comienza nuestro viaje. Desde allí nos movemos a través del agua distorsionada de nuestro entendimiento limitado y buscamos la luz de la sabiduría, que siempre está brillando sobre nosotros, si tan solo nos tomáramos el tiempo para notarlo. La promesa del yoga es que eventualmente, a través de la suficiente atención y determinación, saldremos a flote del agua y realizaremos todo nuestro potencial. – Alanna Kaivalya (Myths of the Asanas: The Stories at the Heart of the Yoga Tradition)
La Leyenda de Vishnu y el nacimiento del Loto
Antes del amanecer de los tiempos y después de la aniquilación cósmica, Vishnu (el dios preservador) se encontraba descansando sobre Ananta, la serpiente blanca de muchas cabezas (misma que representa al infinito). Y, cuando llegó el momento de que el ciclo de la creación comenzara de nuevo, surgió una flor de loto del ombligo del dios. La planta creció ante los ojos de Vishnu y al abrirse reveló las cuatro caras de Brahmá (el dios creador).
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Cada uno de los rostros de Brahmá miraba en cada una de los puntos carinales. Y, de cada una de las bocas pronunció una de las cuatro partes del sonido sagrado, OM: “ah”, “ooo”, “mmm” y el silencio. Este sonido hizo que el océano cósmico empezara a arremolinarse, creando el universo como lo conocemos hoy. Por lo tanto, la Flor de Loto (misma que suele aparecer representada en una de las manos de Vishnu) es una pieza importante en la leyenda de la creación según la mitología hindú.
De modo similar al sabio que ve, pero no es contaminado por aquello que ve, toca, huele, oye o gusta, las aguas sucias no tocan la pureza de la flor de loto, que sin embargo permanentemente está flotando y en contacto con ellas. – Krishna (Bhagavad gita)
Como podrás ver, la flor de loto es una de los símbolos más importantes dentro del hinduismo, y muchas otras religiones orientales. Una flor que nos enseña a buscar siempre la luz y la pureza, sin importar la situación en la que nos encontremos. Es por eso que, al realizar Padmasana, y en la vida en general, debemos buscar esa luz que ilumine nuestro camino y nos permita ser unx con el Universo.
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[1] Ya que la postura emula la manera en la que los perros se estiran.
