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Garuda y la mitología de Garudasana

Es curioso ver cómo es que, en los estudios de yoga occidentales buscan alejar la práctica de yoga de cualquier simbolismo religioso que pueda existir, mientras buscan enaltecer el lado espiritual de la práctica. Más allá de las implicaciones de apropiación cultural que puede conllevar esto[1], el alejarnos de todos los conceptos religiosos nos pueden llevar a no entender una postura a la perfección; no va a demeritar nuestra práctica, pero quizá no aprendamos las historias detrás de las posturas, mismas que nos enseñan a meditar en las mismas.

Un gran ejemplo de ello es Garudasana. En un gran número de estudios y clases de yoga nos dicen que, Garudasana se traduce como Postura del Águila; que esta postura se llama así porque emula el vuelo de un águila cuando baja en picada persiguiendo a su presa. ¿Cómo es que emula al vuelo del águila? Bueno, la manera en la que se cruzan los brazos frente a la cara emula el pico del águila, el equilibrio te obliga a fijar tu vista en un punto al frente/piso como si fuera una presa, mientras que, al inclinarte emula la manera en la que desciende el águila.

Pero la mitología de Garudasana va mucho más allá del simple vuelo del águila. De hecho, es una postura inspirada en la mitología de Garuda, un semidiós del hinduismo y budismo cuya influencia va desde la India hasta Japón. Pero…

¿Quién fue Garuda?

Garuda es un ser mitológico que suele ser representado como una águila gigante y antropomórfica; un ave con cuerpo de humano y cabeza y alas de águila. Es el jefe de la raza de las aves, y enemigo de las serpientes. También es el Vájana (o vehículo sagrado) del dios Vishnú, el preservador. Por lo mismo, es considerado una de las deidades más importantes en varios países y culturas de Oriente. De hecho, además de la India, se le venera en lugares como Japón, Malasia, Indonesia y Tailandia, asemejándolo con el Ave Fénix.

Debes saber que Garuda fue hijo de Vinata y su esposo Kashiapa, uno de los Saptarshis (Siete Sabios) y el rishi considerado el progenitor de la toda la humanidad. Es hermano de Aruná, el dios que personifica al amanecer, y quien también es el cochero que conduce el carro de Suriá, el dios hinduista del Sol. Hoy en día solemos traducir el término Garudasana como Postura del Águila, pues solemos traducir el nombre de Garuda como Águila y Asana como Postura; no obstante, Garuda no solo significa águila, sino que la palabra proviene del término sásncrito gṝ, mismo que aparece en el Rig-Veda como “devorar”. Y es que, en la antiguedad se decía que Garuda era el Devorador, ya que pensaban que su brillo era el devastador fuego del sol.

¿Cómo es que pensaban que Garuda era el sol? Según se cuenta en el primer libro del Majabhárata, Kasyapa tenía dos esposas, Vinata y Kadru, ambas hijas de Prajapathi Daksha. Vinata deseaba tener dos hijos, mientras que su hermana quería tener mil serpientes como hijos. Kasyapa decidió cumplir los deseas de sus esposas. y fue así que ambas pusieron huevos. Kadru puso mil huevos de los que eclosionaron mil serpientes, y Vinata puso únicamente dos huevos. Sin embargo, los dos huevos no eclosionaban.

Pasaron varios años y los huevos seguían sin eclosionar. Impaciente, Vinata decidió abrir uno de los huevos. Del huevo surgió un ser con solo la mitad superior del cuerpo con forma humana y el resto del cuerpo completamente deforme. El hijo maldijo a su madre, destinándola a ser la esclava de su hermana y rival; y la maldición solo podría romperse cuando naciera el segundo hijo de Vinata.

Los años siguieron pasando y pasando. Casi quinientos años después se rompió el huevo y de él surgió Garuda ya siendo adulto. El rey de las aves nació como un infierno enfurecido, una fuerza equiparable a la conflagración cósmica que destruye el universo. Asombrados y asustados, los dioses le rogaron piedad a Garuda; el águila, escuchando las plegarias redujo su tamaño, su energía y su brillo (equiparable al de Agní y al de Surya), mostrándose dócil ante los dioses.

Garudasana y su significado mitológico

La vida de Garuda estuvo llena de hazañas y victorias. Extinguió el fuego protector de los dioses para robarles su tesoro y salvar a su madre de las serpientes, también ayudó a acabar con las hostilidades entre Indra (rey del cielo) y Asura Vritra (demonio serpiente). Pero Garudasana no es una postura que busque enaltecer las hazañas de Garuda, aunque sí lo termina haciendo de una u otra forma.

Cuando realizamos Garudasana primero debemos cruzar una pierna sobre la otra para entrar en equilibrio y después cruzar los brazos para simular el pico de Garuda. Una vez que las extremidades están entrelazadas, debemos bajar el torso hacia la rodilla. En muchos estudios de yoga nos cuentan que esta acción emula el vuelo en picada del águila, pero lo que realmente estamos haciendo es comprimiendo nuestro cuerpo, reduciendo nuestro tamaño de alguna manera, emulando la humildad de Garuda cuando los dioses le mostraron su temor. Por lo mismo, Garudasana es una invitación a ser humildes con los y las demás, sin olvidar nuestro propio poder y fuerza.

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[1] Aunque, siendo muy honestxs, el yoga postural contemporáneo que practicamos está muy alejado del yoga (por así llamarlo) religioso clásico.

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