Ahimsa: Racismo (e hipocresía) en la escena de Yoga Mexicano
México es un país racista. Uno en el que el color de piel determina fuertemente la manera en que la gente percibe el nivel de bondad o maldad de las personas (recomiendo ver la campaña “Racismo en México”[1]). En nuestra sociedad, las personas de tez blanca (y de preferencia con ascendencia o rasgos europeos) son las que ocupan los altos puestos del gobierno y de las empresas, mientras que las y los morenos son relegados a los puestos y trabajos más precarios: choferxs, empleadxs domésticxs, barrenderxs, jardinerxs, etc.
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El racismo mexicano es como sacarse los mocos con el dedo: una costumbre que practicamos siempre de manera vergonzante y que negamos con ahínco en caso de que alguien nos la achaque. – Federico Navarrete (Alfabeto del racismo mexicano)
Es justamente ese racismo sistemático el que ha llevado a las agencias de publicidad mexicanas (e incluso a las extranjeras que trabajan en México) a crear un concepto publicitario basado en la, por llamarla de alguna manera, Pigmentocracia Aspiracional. ¿Pigmentocracia Aspiracional? Bueno, por Aspiracional me refiero al hecho de que la publicidad busca vendernos la idea de que cierto producto nos llevará a obtener un mejor estatus social, un mejor cuerpo o cualquier otra cosa a la que aspiramos. Y, en cuanto a Pigmentocracia, me refiero al hecho de que el modelo aspiracional está fuertemente basado en el color de piel; y, por ende, todxs debemos aspirar a ser blancxs.
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Claramente, en el mundo de la publicidad, los blancos viven en el paraíso al que todos queremos pertenecer, mientras que quienes tienen la desgracia de haber nacido más oscuros padecen la realidad insoportable de la que todos querríamos escapar. Con razón nadie aspira a ser moreno. – Federico Navarrete (Alfabeto del racismo mexicano)
¿Y todo esto qué tiene que ver con el Yoga? Si el yoga es para todxs… ¿Por qué estamos hablando de racismo? Bueno, en este punto debemos hablar de cómo es que, el racismo sistematizado, al igual que el capitalismo, se ha introducido fuertemente en el mundo del yoga. ¿Cómo es esto posible si el yoga es una filosofía milenaria que habla del desapego y la aceptación y bla, bla bla? Bueno, basta con que veas las imágenes que usamos en México (y el mundo) para vendernos el yoga contemporáneo, yoga postural o trasnacional (o como quieras llamarlo).
Vivimos bajo la tiranía de una auténtica “multidiscriminación” racista, sexista y clasista. – Federico Navarrete (Alfabeto del racismo mexicano)
Si entras a las cuentas de Instagram o Facebook de los grandes estudios de yoga mexicanos, encontrarás únicamente fotos de mujeres de piel blanca (o política y socialmente blanqueadas), que cumplen con los cánones estéticos contemporáneos (delgadas con cuerpo fitness) y en escenarios paradisíacos (playas, montañas, lagos, jardines, etc.). Buscan vendernos la idea de que, practicar yoga (en x o y estudio) nos permitirá tener un cuerpo escultural, encontrar paz mental y, por qué no, viajar a los destinos turísticos más instagrameables[2]. Pero eso no es todo, los altos costos de las clases de yoga, ofrecidas en los estudios de yoga más importantes, hacen que, estos se llenen con gente blanca (o blanqueada[3]). A fin de cuentas, están cumpliendo el modelo de Pigmentocracia Aspiracional definido por las agencias de publicidad.
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Es aquí donde entra la crítica a la escena de yoga mexicana (y posiblemente del resto del mundo). Y es que, el hecho de definir los estándares de belleza y de estilo de vida (pigmentocráticos y aspiracionales) va en contra de todo lo que, estos mismos estudios (y maestrxs) no dicen que es el Yoga. Nos venden la idea de Ahimsa (No Violencia), como el primero de los Yamas (o Códigos Sociales) definidos por Patañjali; que debemos de estar en paz y no violentar a nadie, ni a nada en este mundo. Pero, al momento de fomentar el racismo sistemático, y vendernos una idea de aspiracional de paz mental (en la que debemos poder tener la ropa más cara y viajar a los destinos más bellos), estamos cayendo en esas microviolencias que fomentan el racismo, violando por completo el principio de Ahimsa.
God/Dios, que desde luego no puede ser más que white/blanco, nos libre de tener jamás una aspiración diferente o una idea original que nos pueda alejar del ansiado dream/sueño del whitening/blanqueamiento total. – Federico Navarrete (Alfabeto del racismo mexicano)
¿Qué nos corresponde a nosotrxs como yoguis y yoguinis? Creo que es muy importante que empecemos a cuestionarnos la manera en la que fomentamos este imaginario racista del Yoga; tratar de entender, y aceptar, el cómo es que somos partes del racismo inmerso en la escena y buscar deconstruir ese modelo aspiracional que nos han venido por años. Iniciar la conversación con nuestrxs compañerxs, maestrxs y alumnxs para buscar la manera de romper con el racismo sistematizado del mundo del yoga.
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P.D.: Como quizá ya lo hayas notado, también recomiendo mucho leer los libros de Alfabeto del racismo mexicano y México racista, ambos de Federico Navarrete, para adentrarnos en la discusión del racismo sistemático en México (también valdría la pena buscar textos de feministas interseccionales mexicanas, para conocer otra visión del racismo y discriminación).
[1] Un video realizado en 2012 por 11.11 Cambio Social, en el que se replica el experimento realizado por Kenneth y Mammie Clark en los años treinta en EUA. En este se le muestran dos muñecos, uno de piel blanca y otro de piel morena obscura, y se le pide a diferentes niños y niñas, qué muñeco es bonito o malo, bueno o malo. Puedes ver el video en: youtube.com/watch?v=5bYmtq2fGmY (o justo después de estas notas al pie de página)
[2] Es más, incluso en las fotos que he subido a esta página (yoganidra.com.mx) se puede apreciar esta idea de la mujer (blanca) perfecta que practica yoga; y confieso que, esto pasa así, porque no existen stocks de fotos con personas latinas, de cuerpos comunes (y es algo que, como yoguis/yoguinis deberíamos de evitar, generando más fotografías que rompan con estos cánones de belleza)
[3] Recordemos que, al hablar de Pigmentocracia, el “blanco” no se refiere únicamente al color de piel (aunque sí de manera dominante), sino al estilo de vida, forma de pensar y cultura de las personas que cuentan con cierto nivel o posición socio-económica.
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