Kaivalya Upanishad, el conocimiento de lo absoluto y el aislamiento en Shiva…
Cuando hablamos de filosofía de la India es imposible no mencionar los Upanishads, textos sagrados (del periodo védico tardío) en los que se compilan ideas y conceptos que sentaron las bases para el hinduismo y demás doctrinas del Sur de Asia. De acuerdo al Muktika-Upanishad existen un total de 108 Upanishads y todos ellos corresponden a los diferentes Vedas[1]. Sin embargo, al hablar de los Upanishads Menores, o Muktika Upanishad[2], se suele hablar de diferentes ejes temáticos dependiendo de los temas de los que se hablen en los mismos.
Existen muchas formas de agrupar los Upanishads dependiendo de su eje temático y de la doctrina o visión desde la que los abordemos. Existen Upanishads dedicados al Yoga, otros a Brahma, a la renuncia (Sannyasa), a Shakti y otros a cada uno de los dioses de la Trimurti. Los Shaiva Upanishads son los textos dedicados Shiva, el dios destructor; estos Upanishads se encuentran separados de los Upanishads Mayores, de la tradición Vedanta, y también son muy contrastantes respecto a otros grupos de Upanishads menores (como los que mencionamos previamente), pues estos se enfocan en alabar principalmente a Shiva y dejan a un lado otro tipo conocimientos filosóficos.
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Existen 14 Shaiva Upanishads[3] y el Kaivalya Upanishad es el primero de ellos, de acuerdo a la lista que se encuentra en el Muktika Upanishad (el último de los Upanishads); y hoy en día se conocen dos versiones de este texto, la primera adjunta al Krishna Yajurveda y la otra al Atharvaveda. Como ya se comentó, este Upanishad se dedica a ensalzar a Shiva, destacándose por presentar el Shaivismo en el Vedanta, discutiendo el Atman (Yo) y su relación con Brahman, y el Autoconocimiento como el camino hacia kaivalya (liberación).
Por otro lado, también habla de la soledad y la renuncia, así como a describir el estado interior del hombre en su viaje espiritual personal, desligado del mundo. De acuerdo al indólogo alemán, Paul Deussen, este Upanishad es particularmente hermoso en la forma en que describe al hombre autorrealizado que “se siente a sí mismo como parte de la única esencia divina que vive en todos“, que siente la identidad de sí y la conciencia de cada uno con Dios (Shiva, Atman supremo), que ha encontrado este Atman supremo dentro, en lo más profundo de su corazón.
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Kaivalya es una palabra sánscrita que puede traducirse como a soledad o aislamiento, y se refiere a alguien que ha renunciado y se ha aislado a sí mismo de todos los apegos y deseos mundanos. Por otro lado, según Deussen, este término también se refiere a “lo absoluto“, entendiéndose como la convicción interior de un hombre en su viaje espiritual hacia la liberación.
Como se mencionó anteriormente, existen dos versiones del Kaivalya Upanishad, la versión asociada al Krishna Yajurveda tiene 26 versos y está estructurado en un único capítulo, mientras que, la versión asociada al Atharvaveda contiene 24 versos y un epílogo y está dividido en dos capítulos (19 versos en el primero, 5 versos en el segundo); eso sí, el contenido de ambas versiones es el mismo.
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El Kaivalya Upanishad se presenta como un diálogo entre el sabio védico Ashvalayana y el Señor Paramesthi, otra forma de referirse al dios Brahma, dios creador de la Trimurti. En la plática, Ashvalayana le pregunta al dios por el Brahma-vidya, que es el conocimiento de la realidad última Brahman. A raíz de esto, el dios empieza a hablar sobre el cómo se puede alcanzar este conocimiento, a través de la meditación, la fe y la devoción; habla sobre las bases del No Dualismo vedanta y continúa mencionando que, “aquel que estudia el Shatarudriya, es purificado como por los Fuegos,es purificado del pecado de beber, purificado del pecado de matar a un Brahmana, de acciones realizadas a sabiendas o sin darse cuenta. A través de esto él tiene su refugio en Shiva, el Ser Supremo. Uno que pertenece a la orden más alta de la vida debe repetir esto siempre o una vez (al día)” (verso 25).
Resulta importante la mención del Shatarudriya en este Upanishad, pues, aunque se habla de los diferentes dioses de la Trimurti (entre otros), el Shatarudriya es un pasaje del Yajurveda dedicado a Rudra, quien se conocería después como Shiva[4]. A raíz de esto, el texto se destaca por presentar el Shaivismo con terminología Vedanta, discutiendo la relación de Atman (Sí Mismo) y Brahman (Realidad última), y el Autoconocimiento como medio para Kaivalya (lo absoluto).
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A continuación, podrás encontrar una traducción al español del Kaivalya Upanishad, específicamente de la versión asociada al Krishna Yajurveda.
Kaivalya Upanishad
¡Om! Que Él nos proteja a los dos juntos; que nos nutra a los dos juntos;
Que trabajemos juntos con gran energía,
Que nuestro estudio sea vigoroso y eficaz;
Que no nos discutamos mutuamente (o que no odiemos a ninguno).
¡Om! ¡Que haya Paz en mí!
¡Que haya Paz en mi entorno!
¡Que haya Paz en las fuerzas que actúan sobre mí!
1. Entonces Ashvalayana se acercó al Señor Paramesthi (Brahma) y dijo: Enseña, oh Señor, el conocimiento de Brahman, el más alto, siempre cultivada por el bien, escondida y por la que el sabio ahuyenta instantáneamente todos los pecados y alcanza el Purusha más alto que lo alto.
2. Y a él, el Grandsire (Brahma) dijo, “Conoce (esto) por medio de fe, devoción y meditación. Ni por trabajo, ni por descendencia, ni por riqueza, pero por renuncia, algunos alcanzaron la inmortalidad.
3. Más alto que el cielo, sentado en la cueva (Buddhi), que brilla, (que) los autocontrolados alcanzan – los autocontrolados, que siendo de mentes puras han determinado bien la Realidad, por el conocimiento de Vedanta, y a través de Sannyasa o renunciación. En la esfera de Brahma, en el momento de la disolución cósmica, todos se liberan de la más alta (aparente) inmortalidad del universo manifestado.
4-5. En un lugar apartado, sentado en una postura fácil, puro, con cuello, cabeza y cuerpo erguidos, viviendo en la última de las órdenes de la vida religiosa, habiendo dominado todo el sentido, saludando a su propio preceptor con reverencia, meditando dentro del loto del corazón (en Brahman), inmaculado, puro, claro y sin dolor.
6. (Quién es) impensable, no manifestado, de infinitas formas, el bien, el pacífico, Inmortal, el origen de los mundos, sin principio, medio y fin, el único, omnipresente, Conciencia y Bienaventuranza, lo informe y lo maravilloso.
7. Meditando en el Señor supremo, aliado de Uma, poderoso, de tres ojos, de cuello azul y tranquilo, el hombre santo alcanza a Aquel que es la fuente de todo, el testigo de todo y está más allá de la oscuridad (es decir, Avidya).
8. Él es Brahma, Él es Shiva, Él es Indra, Él es el Inmutable, el Supremo, el Auto-luminoso, sólo Él es Vishnu, Él es Prana, Él es Tiempo y Fuego, Él es la Luna.
9. Sólo Él es todo lo que fue y todo lo que será, el Eterno; conocimiento Él, uno trasciende la muerte; no hay otro camino a la libertad.
10. Al ver el Atman en todos los seres, y todos los seres en el Atman, uno alcanza el Brahman supremo, no por ningún otro medio.
11. Haciendo del Atman el Arani (inferior), y OM el Arani superior, por la fricción repetida del conocimiento, un hombre sabio quema el vínculo.
12. Con su yo así engañado por Maya o ignorancia, es él quien se identifica con el cuerpo y hace todo tipo de cosas. En el estado de vigilia es él (el Jiva) quien obtiene satisfacción a través de los variados objetos de disfrute, tales como mujeres, comida, bebida, etc.
13. En el estado de sueño en que Jiva siente placer y dolor en una esfera de existencia creada por su propia maya o ignorancia. Durante el estado de sueño profundo, cuando todo se disuelve (en su estado causal), es dominado por Tams o no manifestación y llega a existir en su forma de Bienaventuranza.
14. Nuevamente, a través de su conexión con hechos realizados en nacimientos anteriores, ese mismo Jiva regresa al estado de sueño, o al estado de vigilia. Siendo quien se divierte en las tres ciudades (a saber, los estados de vigilia, sueño y sueño profundo) – de Él ha brotado toda diversidad. Él es el sustrato, la dicha, la Conciencia indivisible, en quien las tres ciudades se disuelven.
15. De este brotan Prana (Vitalidad), mente, todos los órganos, cielo, aire, el fuego, el agua y la tierra que todo lo sustenta.
16. Aquello que es el Supremo Brahman, el alma de todo, el gran sostén del universo, más sutil que lo sutil y eterno, es decir a ti mismo, y tú eres Eso.
17. “Aquello que manifiesta los fenómenos, tales como los estados de vigilia, sueño y sueño profundo, yo soy ese Brahman”- al darse cuenta así uno se libera de todas las ataduras.
18. ¿Qué constituye el disfrutable, el disfrutador y el goce, en las tres moradas? – diferente de todas ellas soy Yo, el Testigo, la Conciencia Pura, el Bien Eterno.
19. Sólo en mí nace todo, en mí todo reposa, y en mi está todo disuelto. Yo soy ese Brahman, el sin segundo.
20. Soy más diminuto que el minuto, soy igualmente el más grande de todos, soy el universo múltiple. Yo soy el Anciano, el Purusha y el Gobernante, yo soy el Efulgente y el Todo-bueno.
21. Sin brazos ni piernas soy yo, de poder impensable; veo sin ojos, y oigo sin oídos. Lo sé todo, y soy diferente de todos. Nadie puede conocerme. Yo soy siempre la Inteligencia.
22. Sólo a mí se me enseña en los diversos Vedas, soy el revelador de los Vedanta o Upanishads, y también soy el Conocedor de los Vedas. Para mí no hay mérito ni demérito, no sufro destrucción, no tengo nacimiento, ni ninguna identidad propia con el cuerpo y los órganos.
23-24. Para mí no hay ni tierra, ni agua, ni fuego, ni aire, ni éter. Realizando así al Paramatman, que yace en la cavidad del corazón, que es sin partes, y sin segundo, el Testigo de todo, más allá de la existencia y la no existencia, uno alcanza el Puro Paramatman para si mismo.
25. Aquel que estudia el Shatarudriya, es purificado como por los Fuegos, es purificado del pecado de beber, purificado del pecado de matar a un Brahmana, de acciones realizadas a sabiendas o sin darse cuenta. A través de esto él tiene su refugio en Shiva, el Ser Supremo. Uno que pertenece a la orden más alta de la vida debe repetir esto siempre o una vez (al día).
26. Por medio de esto, se alcanza el Conocimiento que destruye el océano de Samsara o transmigración repetida. Por lo tanto, sabiendo así uno alcanza el fruto de Kaivalya o liberación, en verdad uno alcanza liberación.
¡Om! Que Él nos proteja a los dos juntos; que nos nutra a los dos juntos;
Que trabajemos juntos con gran energía
Que nuestro estudio sea vigoroso y eficaz;
Que no nos discutamos mutuamente (o que no odiemos a ninguno).
¡Om! ¡Que haya Paz en mí!
¡Que haya Paz en mi entorno!
¡Que haya Paz en las fuerzas que actúan sobre mí!
Aquí termina el Kaivalyopanishad, incluido en el Krishna-Yajur-Veda.
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[1] Cuatro libros sagrados, y los más antiguos de la región, en los que se condensa la filosofía, cosmovisión y dogmas del vedismo, una religión, previa al hinduismo, que cuyo objetivo básico era el mantenimiento y prolongación del dharma.
[2] Creo importante señalar que, tanto el número de Upanishads, como su relevancia varía dependiendo de las diferentes culturas o puntos de vista desde los que se les analicen; sin embargo, la “visión” más difundida en la actualidad (y especialmente en el mundo del Yoga Occidental) se acepta la idea del Muktika-Upanishad.
[3] Es importante señalar, que existen diferente número de Upanishads asociados a este corriente, dependiendo de la fuente que se consulte.
[4] El nombre “original” del dios sería Rudra, pero en en las epopeyas sánscritas posvédicas el nombre Rudra dejó de usarse dándole prioridad al teónimo Shiva, mismo que surgió como un epíteto del dios, pues se le consideraba que era un dios amable o śiva.
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