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Lady Niguma Yoga y Michael Roach, el fraude de la serie de yoga más antigua de la historia

Niguma fue una yoguini y maestra Vajrayana que vivió en la India entre el siglo X y el XI de nuestra época. Gracias a su práctica avanzada es considerada una Ḍākinī, término que se usa para referirse a encarnaciones femeninas de energía iluminada o a mujeres con un considerable desarrollo espiritual que pueden ayudar a las y los iniciados tántricos a alcanzar la iluminación[1], y se dice que había adquirido diferentes Siddhis, o poderes sobrenaturales yóguicos. Por otro lado, junto a Sukhasiddhi fundó la de la escuela Shangpa Kagyu del budismo Vajrayana.

Su nombre de nacimiento fue Shrijnana (o Palgyi Yéshé en tibetano). Como muchos de los mahasiddhas y practicantes tántricos de la época, Niguma fue conocida por varios nombres durante y después de su vida: Yogini Vimalashri, Vajradhara Niguma, Jñana (sabiduría) Dakini o La Hermana, refiriéndose a su supuesta relación con el gran maestro budista y adepto Naropa. A veces también se la llamaba Nigupta, lo que explica el erudito budista histórico Taranatha de la siguiente manera: “El nombre Nigu concuerda con el idioma indio, que es Nigupta, y se dice que significa ‘verdaderamente secreto’ o ‘verdaderamente escondido‘”.

Aunque hoy en día es una yoguini muy reconocida en el budismo, la realidad es que se tienen muy pocos detalles sobre su vida, y muchos de los datos que se conocen son idénticos a los datos biográficos de Naropa[2], por lo que se presta a confusiones y malinterpretaciones. Sin embargo, lo que se ha logrado conservar de Niguma es el corpus de enseñanzas, así como la fundación del linaje espiritual budista Shangpa Kagyu, conocido como uno de los “Ocho grandes carros de los linajes de práctica” (Wylie, sgrub brgyud shing rta chen po brgyad).

Lo que sí se conoce sobre la vida de Niguma, o en lo que la mayoría de fuentes concuerdan, es el hecho de que la Ḍākinī nació en una familia rica de la casta brahmana (sacerdotal) en la ciudad o monasterio de Peme, en Cachemira, en algún punto entre el siglo X y el XI d.C. Se abe que su padre se llamaba Santivarman (Tib.: Zhi ba’i go cha) y su madre Shrimati (Tib.: dPal gyi blo gros ma). También hay quienes aseguran que Niguma tuvo una relación amorosa con Naropa. De hecho, existe una leyenda sobre el amor entre estos dos en la que se explica que Naruma deseaba ser monje y, para el beneplácito de sus padres, aceptó casarse, pero solo lo haría con una mujer que fuera altamente espiritual, que fuera hermosa, tuviera 16 años, fuera extraordinariamente espiritual, fuera hiduista y budista y que su nombre fuera Niguma; poco después, conoció a Niguma, con quien se casó y desarrolló su vida espiritual. Sin embargo, diferentes académicos se han dedicado a analizar las pocas fuentes y la conclusión a la que llegaron es que Niguma y Naropa realmente fueron hermanos y no consortes.

El Yoga de Niguma

Desde hace algunos años, se habla de la existencia de una secuencia de yoga creada por Niguma. Se dice, que la Ḍākinī creó una serie de yoga con ocho secciones, dos de calentamiento y seis enfocadas en despertar los seis chakras existentes[3], con la que se busca relajar la mente reducir el estres, mejorar la felicidad y transformar rápidamente la vida de los practicantes. De acuerdo a las y los maestros que ofrecen esta secuencia, Niguma compartió sus enseñanzas con Kyunpo Neljor, a quien le comentó que solo podían enseñarse a una persona por generación. Fue así que, la sabiduría de Niguma se fue compartiendo de generación a generación, una persona a la vez, durante 400 años. Y no fue gasta que Gendun Gyatso (1475-1542 d.C.), el segundo Dalái Lama, recibió las enseñanzas de Niguma, que decidió compartir las enseñanzas de Niguma con todos sus alumnos; aunque, para ese entonces, estos seguían siendo exclusivos de monjes. Cien años después, el conocimiento llegó a Tāranātha (1575–1634), Lama (maestro del Dharma), quien decidió escribir las enseñanzas para que las enseñanzas pudieran diseminarse por el mundo.

Sin embargo, el manuscrito de Tāranātha, Niguma’s Machine of the Body, se perdió durante siglos. Ya en el siglo XXI, la Asian Classics Input Project (ACIP) encontró el manuscrito y Geshe Michael Roach lo tradujo al inglés. Y, desde aquél entonces, el Geshe[4] y Millonario, se ha dedicado a compartir el yoga de Niguma, buscando perpetuar el conocimiento del yoga relajante de la Ḍākinī. Gracias a Roach, hoy podemos practicar la secuencia de yoga que desarrolló Niguma hace más de mil años, perpetuando el conocimiento y enseñanzas de la iluminada.

Lo que me encanta de la serie de Lady Niguma es que todas las posturas son simples, accesibles pero efectivas; la diferencia entre esta serie y otras clases de yoga es que se hace en un orden lógico que desbloquea tu energía en cada chakra de abajo hacia arriba mientras mueves tu energía del canal lateral al canal central y lo más probable es que puedas sentir un gran zumbido de energía y profunda satisfacción que marcan la pauta para todo el día. Llevo unos meses practicando la serie y me siento increíblemente ligera y feliz. – Vicky Wong

De acuerdo a las practicantes de Lady Niguma Yoga, como fue nombrado por Roach, esta serie está basada en el manual de yoga más antiguo y es la única diseñada por una mujer y para mujeres; es una serie enfocada en desbloquear los chakras para mover la energía por los nadis para brindar una sensación de ligereza, energía, contento y paz.

El fraude de Lady Niguma Yoga

La historia del Lady Niguma Yoga es una historia completa en todos los sentidos; es una historia contada por el primer monje budista estadounidense en alcanzar el grado de Geshe, además está llena de detalles, nombres y lugares (que resumimos en este texto) que la hacen parecer completamente real. Pero, al igual que con el Ashtanga Yoga, el carácter ancestral del Lady Niguma Yoga no es más que una estrategia de mercadotecnia ideada para engañar a las y los practicantes de yoga, vendiéndoles la idea de que es una práctica antigua, llena de sabiduría, para que consuman clases y certificaciones de yoga específicas.

¿Y esto qué tiene que ver con el Ashtanga Yoga? Bueno, Patthabi Jois, uno de los principales discípulos de Krishnamacharya (considerado el padre del yoga contemporáneo), asegura que el Ashtanga Yoga es un estilo basado en el Yoga Korunta, un supuesto texto ancestral al que tuvo acceso gracias a su maestro, y que después fue devorado por las hormigas; sin embargo, la realidad es que Jois inventó la historia del Yoga Korunta (por lo menos nunca pudo comprobarla) e incluyó en su serie los Saludos al Sol, que fueron inventados a principios del siglo XX[5]; si a esto le sumamos el hecho de que, muchas posturas que se realizan son contemporáneas, podemos concluir que el Ashtanga Yoga no tiene los miles de años que nos hacen creer sus instructrxs.

Lo mismo pasa con el Lady Niguma Yoga. Supuestamente, esta serie está basada en las instrucciones específicas que dejó escritas un Lama hace 400 años; nos cuentan que estas instrucciones fueron encontradas por el Asian Classics Input Project, fundación dirigida por Michael Roach, la misma persona que “tradujo” las enseñanzas y se dedicó a comercializar con el Lady Niguma Yoga. Por si fuera poco, aunque la ACIP busca tener una base de datos abierta con todos los documentos que han digitalizado y traducido, el Niguma’s Machine of the Body[6] se encuentra completamente resguardado y solo ha sido visto por unas cuantas personas. Curiosamente, todos los demás manuales de Yoga medieval (escritos en la misma época que este texto) que se conocen, o que se usan para “justificar” la práctica de yoga contemporánea[7], se encuentran disponibles y accesibles para las y los practicantes comunes. En otras palabras, tenemos que confiar en la palabra de Michael Roach para comprobar la ancestralidad del yoga que enseña.

Michael Roach es un monje budista, como buen budista debe seguir el principio de Satya, no mentir, y, por ende, su palabra es completamente válida, pues nunca nos mentiría. Pero… ¿qué tan budista puede ser un millonario? Sí, yo lo sé, a lo largo de la historia contemporánea se han escuchado de muchos millonarios budistas, pero ninguno de ellos se considera un monje budista. Además, debes saber que Michael Roach amasó su fortuna con sangre. ¿Sangre? Tienes que saber que, en 1981, Roach ayudó a fundar y a dirigir Andin International, una compañía de diamantes con sede en NY.  Esto no tendría nada de malo, si no fuera porque Roach eligió a Surat, conocida como la Ciudad Diamante en India, como la fuente principal de diamantes. ¿Y? La gran mayoría de diamantes con los que comercializó Andin International fueron diamantes de sangre[9]. Al enriquecerse con diamantes de sangre, Roach rompió con el principio de Ahimsa (no violencia) y al disfrutar del dinero generado por esta práctica, también rompe con el principio de Vairagya (o desapego).

En 1996, Roach inició una relación amorosa y espiritual con Christie McNally. Dos años después se casaron en una ceremonia cristiana en Rhode Island, pero mantuvieron el matrimonio en secreto. En 2003, el mundo se enteró de esta ceremonia, por lo que Roach afirmó, en una entrevista para New York Times, que realizó la ceremonia cristiana para honrar la herencia de su esposa. Pero más allá de haberse casado por otra doctrina, lo que puso en jaque al monje budista es el hecho de que el matrimonio es una violación de los votos monásticos Gelug; gracias a esto, varias personas y monjes le han pedido que renuncie a los votos y túnicas monásticas. De hecho, cuando Roach quiso enseñar en Dharamshala, ciudad del norte de la India que sirve como refugio para peregrinos espirituales, la Oficina del Dalai Lama rechazó la petición, ya que el “comportamiento poco convencional de Roach no concuerda con las enseñanzas y prácticas de Su Santidad“.

Por si fuera poco, Roach se ha visto involucrado en escándalos sexuales, así como en muertes misteriosas y creación de grupos sectarios. Por todo esto, y más, Roach ha sido menospreciado en los círculos budistas, y cuando se le cuestiona sobre esto, lo que ha respondido es lo siguiente: “Si la gente piensa que estaba siendo una mala persona o un mal monje o incluso una persona corrupta, eso es menos importante que hacer lo que sentí que un ser divino quería que hiciera, incluso si todos pensaran que era una locura. Y nunca he tenido dudas sobre eso. Creo que es más importante para mí iluminarme y seguir lo que percibo como instrucciones divinas directas que ser considerado como una mala persona”.

Más allá de la (nula) credibilidad de Michael Roach dentro de los círculos budistas, un detalle que demuestra que la ancestralidad de Lady Niguma Yoga es un fraude es el hecho de ser una serie de asanas de yoga estructurada tal como la practicamos en la actualidad. ¿Cómo? De acuerdo a la leyenda del Lady Niguma Yoga, esta serie fue desarrollada por Niguma hace unos mil años. Pero en aquél entonces, aunque sí se hablaba de postura, el yoga no era postural, y mucho menos estaba pensado para liberar el estrés[10]. Incluso en los siglos XIV y XV, el yoga era una práctica que requería de llevar una vida de asceta, para poder dedicarse a realizar una serie de limpiezas y prácticas inverosímiles, y dedicarse a la meditación y contemplación absoluta[11]. Es por eso que podemos comprobar que la serie de yoga postural propuesta por Roach en el Lady Niguma Yoga tiene poco, o nada, que ver con el yoga tradicional. Sí, sí tiene una parte filosófica/espiritual que va de acuerdo con la visión tántrica, pero la secuencia como tal no es ancestral; además, varias de las posturas realizadas en la serie fueron “inventadas” en la primera mitad del siglo XX, basándose en manuales de gimnasia sueca[12].

Lady Niguma Yoga no es el único estilo o serie de yoga que nos venden como el resultado de siglos de tradición hinduista/budista. De hecho, en todas las certificaciones y clases de yoga suelen vendernos la idea de que yoga es una práctica completamente tradicional, que se ha venido desarrollando a lo largo de los siglos, manteniendo su corpus teórico-práctico intacto a pesar de la evolución de la práctica. Pero la realidad es muy diferente, el yoga que practicamos hoy en día es muy distinto al yoga ancestral y, aunque hemos retomado algunas ideas y conceptos de los libros clásicos, la práctica es muy diferente y tiene poco o nada que ver con las escrituras.

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[1] Esto es, de acuerdo al budismo nepalés y tibetano; en otras tradiciones, este término se usa para referirse también a una raza de demonios femeninos que comen carne o esencia vital humana (budismo esotérico de Asia del Este, a una diosa asociada a los seis chakras (Tantra Hinduista), etc.
[2] Naropa fue un monje budista y místico de la India, discípulo de Tilopa.
[3] Recordemos que, no todas las tradiciones hablan de la existencia de siete chakras; de hecho, la mayoría habla de solo seis chakras.
[4] Grado académico otorgado a algunos monjes dentro del budismo tibetano
[5] El político hindú Bala Sahib desarrolló las secuencias de los Saludos al Sol, basándose en las técnicas de vyāya (práctica de luchadores profesionales, para desarrollar masa muscular y flexibilidad).
[7] Más que justificar la práctica de yoga nos muestran cómo es que el yoga medieval tenía poco o nada que ver con el yoga actual; aunque sí son los primeros manuales en profundizar el tema de la postura en el yoga.
[9] Diamantes que se obtienen en condiciones de esclavitud o semi-esclavitud, en zonas con conflictos bélicos.
[10] Yo creería que la práctica de yoga más bien generaría estrés por toda la disciplina y restricciones de la misma.
[11] No voy a ahondar en cómo era la práctica de yoga, pero recomiendo leer el Hatha Yoga Pradipika, Shiva Samhita y/o el Gheranda Samhita para saber cómo era la práctica de yoga medieval.
[12] Recomiendo leer El Cuerpo del Yoga de Mark Singleton para profundizar en este tema.

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